Durante la Edad Media en Castilla la medicina clínica fue ejercida por musulmanes y judíos que basaban sus tratamientos en la ciencia; no obstante, esta medicina clínica coexistió con una medicina paramédica o supersticiosa que fue ejercida por eclesiásticos, curanderos, santiguadores o incluso charlatanes vagabundos. Existía ya un dicho por la época que nos habla de estos personajes:

Médicos de Valencia, largas faldas y poca ciencia

No fue hasta el año 1340 cuando se creó el Ordenamiento Jurídico de Alcalá que establecía unas cualidades, obligaciones y derechos que los médicos debían tener para poder ejercer en el reino de Castilla. Fue además con este Ordenamiento cuando quedó prohibido el ejercicio de la medicina por parte de los eclesiásticos. 

¿Cómo era la medicina anteriormente?

Podríamos distinguir dos tipos de consultas médicas en la Edad Media en Castilla: la medicina cristiana y la medicina clínica.

La medicina cristiana era ejercida por monjes en monasterios donde atendían a sus pacientes y prescribían un remedio para calmar sus dolores. Además, estos monasterios o conventos contaban con sus propias boticas.

Por otro lado, encontramos la medicina interna ejercida por musulmanes y judíos. Muchos de estos médicos eran además astrónomos, matemáticos y cosmógrafos, de ahí que se les conociera comúnmente como físicos. Además, la de médico era una profesión que se heredaba de padres a hijos y que eximía a estos de la obligación de llevar distintivos religiosos en sus ropas.  

Uno de estos médicos fue Ali Ben Almagerethi, quien ya en el siglo XII impulsó el uso de los baños públicos como remedio preventivo e higiénico. Estos baños eran poco o nada frecuentados por cristianos, lo que tendrá como consecuencia que estos sufran de más enfermedades que los judíos o musulmanes y que contribuirá a fomentar el odio hacia estos últimos.

Las técnicas que utilizaban estos primeros médicos clínicos se pueden resumir con un dicho de la cultura popular: 

Sangrías, lavativas, purgas, ventosas y siempre las mismas cosas.

Por supuesto, las trepanaciones craneales, la cauterización de heridas o la amputación de miembros estaban a la orden del día. 

Al margen de esta práctica clínica se encontraban otros remedios como el uso de reliquias de santos o del agua de fuentes curativas (estas últimas con más base científica por su composición bicarbonatada, sódica o ferruginosa, si bien desconocida por entonces).

¿Qué tipos de “médicos” había por entonces?

Eran muy comunes los maeses, cirujanos o barberos, que practicaban sangrías y sacaban muelas y dientes; los sacapotras, que curaban hernias; o los algebristas, que curaban huesos.

También eran muy comunes los curanderos, santiguadores o charlatanes vagabundos que recurrían a la palabrería para sanar a los enfermos.

Como es de imaginar, las clases pudientes eran atendidas por los médicos judíos o musulmanes y la población más modesta tenía que recurrir a estos otros médicos “no licenciados”.

Afortunadamente, la situación se fue regularizando para crear la profesión del médico tan importante en estos tiempos. 

Además del ya mencionado Ordenamiento Jurídico de Alcalá de 1340 que regulaba la profesión, a mediados del siglo XV se creó el Tribunal de Protomedicos o Promedicato, que dignificaría la profesión médica y, a su vez, ofrecería una mejor atención a los pacientes.